Altea ofrece experiencias que cautivan a quienes buscan un rincón especial en el Mediterráneo.
Cada rincón es una postal, con balcones llenos de flores y miradores que ofrecen vistas espectaculares al mar. Al caer la tarde, el paseo por estas calles se convierte en una experiencia mágica, con la luz del sol poniéndose sobre la cúpula azul de la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, que parece flotar sobre el pueblo.
Las playas de Altea son otro de sus tesoros. La playa de La Roda, con su ambiente tranquilo, es ideal para disfrutar del mar en un entorno relajado, mientras que la playa de Cap Negret, con su distintiva grava negra, ofrece un contraste único y es perfecta para quienes buscan un poco más de privacidad. Pero quizás lo más especial sea pasear por el paseo marítimo al atardecer, escuchando el sonido de las olas y disfrutando de la brisa marina.
Altea también es conocida por su vibrante escena artística. Las galerías de arte y talleres de artesanos que se encuentran dispersos por todo el pueblo muestran la creatividad que emana de este lugar. Cada verano, el casco antiguo se convierte en un mercado de arte al aire libre, donde los artistas locales exponen y venden sus obras, añadiendo aún más color y vida a este encantador pueblo.
Y, por supuesto, la gastronomía no puede faltar en una visita a Altea. Desde restaurantes frente al mar que ofrecen frescos pescados y mariscos, hasta pequeñas tabernas escondidas en el casco antiguo donde se pueden degustar platos tradicionales, cada comida en Altea es una celebración de los sabores mediterráneos. No hay nada como disfrutar de una cena en una terraza, con vistas al mar y bajo un cielo estrellado.
Altea es un destino que deja huella, no solo por su belleza natural, sino por la tranquilidad y autenticidad que se respiran en cada esquina. Es un lugar donde el tiempo parece detenerse, permitiendo a los visitantes desconectar y sumergirse en la esencia del Mediterráneo.
Benidorm, conocida como la «Nueva York del Mediterráneo» por sus imponentes rascacielos, es un destino que sorprende por la diversidad de experiencias que ofrece. Este vibrante enclave de la Costa Blanca es mucho más que un simple lugar de sol y playa; es una ciudad que combina modernidad y tradición, lujo y sencillez, para brindar a sus visitantes una experiencia única.
Las playas de Benidorm son, sin duda, uno de sus principales atractivos. La Playa de Levante, con su arena dorada y sus aguas tranquilas, es el epicentro de la diversión. Aquí, el ambiente es siempre animado, con chiringuitos, deportes acuáticos y turistas disfrutando del sol. Para aquellos que buscan un ambiente más relajado, la Playa de Poniente, con su paseo marítimo modernista, ofrece un espacio más tranquilo donde disfrutar de un día de playa en familia o simplemente relajarse bajo el sol.
Un paseo por el casco antiguo, conocido como el «Balcón del Mediterráneo», revela un Benidorm diferente, donde las calles estrechas y empedradas, llenas de tiendas y bares tradicionales, invitan a descubrir la esencia de la ciudad. Desde aquí, las vistas panorámicas sobre el mar son simplemente impresionantes, especialmente al atardecer, cuando el sol se hunde en el horizonte y pinta el cielo de tonos rosados y dorados.
La oferta de entretenimiento en Benidorm es inagotable. Desde parques temáticos como Terra Mítica, donde las antiguas civilizaciones cobran vida, hasta Aqualandia, un paraíso acuático ideal para familias, la diversión está garantizada. Además, la vida nocturna de Benidorm es famosa por su variedad y vitalidad. Con una infinita selección de bares, pubs, discotecas y espectáculos, la noche aquí es una fiesta que no parece tener fin. Cada rincón de la ciudad vibra con música, risas y la energía de aquellos que buscan disfrutar al máximo.
A pocos minutos del bullicio de la ciudad, el Parque Natural de la Sierra Helada ofrece rutas de senderismo con vistas espectaculares al mar y a la costa. Subir al mirador de la Cruz es una de esas experiencias que no se pueden perder, donde el esfuerzo de la caminata se ve recompensado con una vista panorámica que abarca toda la bahía de Benidorm.
Finalmente, la gastronomía de Benidorm es un reflejo de su diversidad. Desde restaurantes de alta cocina que ofrecen menús innovadores con productos locales, hasta pequeños bares de tapas donde se puede saborear lo mejor de la comida española, cada comida en Benidorm es una aventura culinaria. Y no hay mejor manera de terminar un día en la ciudad que disfrutando de una cena al aire libre, con el mar como telón de fondo y la brisa mediterránea acariciando el rostro.
Al acercarse a la ciudad, uno de los primeros elementos que destacan es el imponente Castillo de Santa Bárbara, que se alza majestuoso sobre el monte Benacantil. Esta fortaleza, una de las más grandes de España, no solo es un símbolo de Alicante, sino también un mirador privilegiado.
El casco antiguo de Alicante, conocido como el Barrio de Santa Cruz, es otro de sus encantos. Sus estrechas calles adoquinadas, llenas de casas blancas con balcones floridos y coloridas macetas, invitan a perderse y descubrir rincones llenos de carácter. En este barrio, la esencia mediterránea se siente en cada esquina, con plazas acogedoras, pequeños bares de tapas y una atmósfera que transporta a otra época. La noche en Santa Cruz es particularmente mágica, con sus calles iluminadas y un ambiente vibrante pero acogedor.
El paseo marítimo, conocido como la Explanada de España, es uno de los lugares más emblemáticos de Alicante. Durante el verano, la Explanada se llena de vida con mercados artesanales, músicos callejeros y terrazas donde disfrutar de una bebida refrescante mientras se observa el ir y venir de la gente.
Alicante también es famosa por sus playas, y la Playa del Postiguet, situada en pleno centro, es la más icónica. Para quienes buscan una experiencia más activa, las actividades acuáticas como el paddle surf o el snorkel son opciones populares. Además, a solo unos minutos en coche, se encuentra la Playa de San Juan, una extensa franja de arena que ofrece un ambiente más amplio y sereno.
La gastronomía es otro de los placeres que Alicante tiene para ofrecer. Con una rica tradición culinaria basada en productos frescos del mar y de la huerta, la ciudad es un paraíso para los amantes de la buena mesa. Los mercados de la ciudad, como el Mercado Central, son un festín para los sentidos, con puestos que ofrecen desde pescados y mariscos frescos hasta frutas y verduras de la región, embutidos y quesos artesanales.
Para los aficionados al arte y la cultura, Alicante no decepciona. El Museo de Arte Contemporáneo (MACA) y el Museo Arqueológico Provincial (MARQ) ofrecen exposiciones que van desde la prehistoria hasta el arte moderno, permitiendo a los visitantes sumergirse en la rica herencia cultural de la región.
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